Edith Macefield tenía 86 años en el 2008 cuando una empresa constructora le ofreció comprar su vivienda.
A los 44 años se mudó al que hoy seguía siendo su hogar y donde convivía con el resto de vecinos, que han vendido parte de su vida para dejar que se construya un centro comercial en sus terrenos.
Los empresarios pusieron precio a la mitad de la vida de la anciana: un millón de dólares, pero ella no sucumbió y el arraigo a su lugar de descanso ha obligado a los contratistas a construir el proyecto de cinco pisos alrededor de la casa, que es la última en su manzana. "Yo no quiero mudarme. No necesito el dinero. El dinero no significa nada para mí", afirmó la mujer de 86 años.
Rechazó vivir a todo lujo los últimos años de su vida.
Camiones de cemento y grava se movían ruidosamente alrededor de ellos, y una enorme pared se alzaba apenas a unos metros de la cocina de la Sra. Macefield. Las grúas del equipo de construcción giraban sus brazos sobre el techo.
"Cuando ella decidía algo, no hay quien le hiciera cambiar de opinión", dijo Charlie Peck, amiga de Macefield desde hacía más de 20 años.
Podría vivir los últimos años de su vida como una marquesa pero la anciana dijo que no lamenta haber rechazado la oferta y que simplemente ahogaba los ruidos de construcción subiendo el volumen de su televisor o escuchando ópera. "Yo pasé por la II Guerra Mundial, el ruido no me molesta. Algún día van a concluir".
Edith Macefield falleció en el año 2008 y hasta el último de sus días, vivió en la casa donde pasó las últimas cuatro décadas.
1 Comentarios:
Wow! pues estaba en su derecho de luchar por su casa... pero no estoy completamente de acuerdo :) bueno, sera por que vivo de cerca una situacion similar en mi familia; creo que las personas de edad mayor son muy aprensivas de sus cosas, especialmente de su hogar, les da estabilidad.
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